El oso lo sabe y en esta oportunidad recordamos con mucha humildad y admiración a dos animales Laika y Félicette, de las que seguramente has escuchado y las que justo a comienzos de noviembre, fueron recordadas a 60 años desde que pusieran sus patitas en el espacio.
“Laika” (Kudryavka)
¿Recuerdas que la Guerra Fría trajo consigo una carrera y competencia feroz entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética con el fin de mostrar su supremacía? De estos intentos por ser el primero en todo, la de llegar al espacio se transformó en un objetivo titánico y desafiante.
Para Octubre de 1957, la entonces Unión Soviética (hoy Rusia) envió el primer satélite artificial llamado Sputnik 1 y un mes después el Sputnik 2. La euforia por ir más allá del cielo, llevó a los científicos a plantearse una pregunta: “Si ya pudimos enviar un artefacto al exterior, ¿por qué no incluímos también un ser vivo en su interior?”
Aunque en todo el mundo hemos escuchado que Laika fue el primer animal en subir al extenso vacío, pocos conocemos qué fué de ella y lo que su triste desenlace contribuyó a la ciencia.
Laika recibió este nombre al ser rescatada de las calles de Moscú y por ser una cruza de algunos perros husky Siberianos. Los científicos la consideraron como un miembro valioso para la primera expedición, al ser la única que se mostró más fuerte y en mejor estado de salud frente a condiciones tan extremas como el helado invierno soviético y largos periodos de hambruna. Incluso ingirió nutrientes en forma de gel.
Aunque en un inicio diversos reportes establecieron que Laika había muerto sin dolor alguno, en 2002 se dió a conocer que el canino había muerto por el pánico y las altas temperaturas que se habían desencadenado a unas cuantas horas de iniciada la misión. Esto confirmaba que había sido enviada en un viaje del que los científicos sabían no podría regresar.
A pesar de ello, los científicos cuidaron de ella a lo largo de su vida, por ejemplo incluyendo un dispositivo que absorbía el dióxido de carbono para evitar la acumulación del gas tóxico, entre otros. Este experimento permitió el desarrollo de medidas preventivas para aquellos futuros astronautas quienes realizarían vuelos espaciales.
Félicette
Tranquilo, nos sentimos igual que tú si eres un pet lover. Pero te tenemos buenas noticias. En Octubre de 1963 el Centro Nacional de Estudios de Francia se puso por objetivo enviar un gato al espacio o al menos a los límites del cielo y que, al igual que sus homólogos, también lo hacía por no quedarse atrás de la carrera de ser el primero en algo respecto al espacio.
Félix era el nombre del gatuno que iría a explorar nuevos horizontes. Pero se escapó repentinamente y Félicette fue puesta en su lugar. Así se elevó a grandes alturas junto al cohete Véronique AG1 sobre el desierto algeriano del Sahara y a 15 minutos de su viaje… ¡regresó sana y salva a la tierra de nuestro planeta!
Aunque la gatita no es tan conocida como Laika, sin duda los resultados que haya arrojado su viaje, fueron valiosos para que los primeros humanos como Yuri Gagarin o Neil Armstrong pudieran irse en mejores condiciones que las que se conocían hasta esos momentos.
¡¿Y hoy qué pasa?!
Aunque otros seres vivos como insectos, ratones, plantas y tortugas fueron enviados después de estos conocidos intentos, y antes de que el primer hombre pisara la Luna, más adelante fue el turno de los monos para traspasar la frontera del espacio. Eso sí, sin que tantos tuvieran que perder la vida. Tal como fue el caso del mono Yorick y el chimpancé Ham.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y si bien continúan enviándose seres vivos al espacio, el objetivo ya no es el de comprobar la resistencia mamífera fuera del planeta sino la de desarrollar la investigación biomédica, sobre todo respecto a la osteoporosis y la pérdida muscular. Ello implica un entrenamiento parecido al que un astronauta efectúa antes de irse del planeta.
Así… no tendremos más historias como la de Laika por las que tengamos que sentirnos culpables.
Y tú, ¿qué piensas de este tema? ¡Déjanos tus comentarios, queremos leerte!
