El 15 de junio de 1927, el anciano Dashi-Dorzho dio un emotivo adiós a sus estudiantes. Se retiró a su habitación en el templo donde vivía, se sentó en posición de loto y cerró los ojos. Falleció pacíficamente varios días después y sus alumnos colocaron su cuerpo en una caja de cedro, según sus instrucciones exactas.
Desafortunadamente hubo una prohibición de la religión, en el momento en que su cuerpo iba a ser exhumado. Los alumnos de Dashi-Dorzho tuvieron que esperar otros 25 años, antes de poder reabrir su caja. Finalmente en 2002, 75 años después de que Dashi-Dorzho fuera enterrado, varios líderes budistas rusos decidieron exhumar su cuerpo. Todos se pararon y observaron ansiosamente mientras quitaban la tapa de la caja. ¡Cuando miraron dentro, se quedaron sin aliento!
Todos los que estuvieron presentes durante la exhumación quedaron asombrados por lo que vieron. Dashi-Dorzho estaba sentado en la misma posición de loto en la que falleció 75 años antes. Lo más increíble fue que su cuerpo apenas mostraba signos de descomposición, aunque no se habían tomado medidas especiales para preservar al lama budista.
Los que estaban presentes dijeron que ni siquiera el olor a muerte flotaba en el aire. Algo raro ya que un cuerpo fallecido generalmente tiene un hedor penetrante debido a la descomposición química de los órganos internos. Esto era una anomalía científica y todos se preguntaban cómo podría ser posible.
La cara de Dashi-Dorzho también estaba intacta. Incluso cuando quitaron el respaldo de la caja de cedro, su cuerpo permaneció erguido como si todavía estuviera vivo.
Su piel era suave y elástica, además sus articulaciones podían moverse fácilmente. Incluso, hubo varios analistas forenses en el sitio, quienes también se quedaron sin palabras.
El cuerpo de Dashi-Dorzho fue inmediatamente colocado en una vitrina sellada y llevado al templo budista de Ivolginsky Datsan. Quince años después, sorprendentemente su apariencia aún permanece en perfecto estado aunque no se tomaron medidas para prevenir la descomposición.
